Tengo una amiga que dice que si nunca
te pasan cosas no aprendes nada de la vida. Supongo que se refiere a
que si todo está siempre bien no sabes cómo enfrentarte a un
problema, no puedes desenvolverte en un conflicto, no sabes cuál
será el devenir de la situación.
Cuando has sufrido una pérdida, sea
del tipo que sea sabes mucho mejor cómo acompañar a alguien que
está pasando por ese mismo proceso, si bien serán situaciones
distintas y cada uno vive las cosas a su manera, habrá muchas más
posibilidades de que se genere una empatía que ayude a entender, ser
entendido y sobretodo cuidar y ser cuidado.
Cuando pasan esas cosas, cuando uno se
encuentra mal porque perdió, porque se perdió, porque no encuentra,
porque lo que encuentra no es lo que buscaba o porque no se encuentra
es imprescindible sentirse seguro y querido. Ya sea por ese amigo
empático que lo va a entender y acompañar o por el entorno. Todos
tenemos un lugar.
Por suerte cuento con esos amigos, no
son muchos pero los que son... madre mía, valen su peso en oro! (o
puede que más, que hay alguna canija por ahí que no rellena los
pantalones) Unos están a la vuelta de la esquina, otros están a
14.000 km de distancia, otros están en el medio de esa cantidad
absurda de horas de diferencia. Pero están.
Y por suerte también tengo el lugar.
Ojo! Nótese que digo que tengo suerte! Y es que el lugar está ahí
abajo, porque como decía uno de los grandes: el Sur también existe.
The place to be? Uruguay, concrétamente
Maldonado. Para qué nos vamos a engañar, es feo de narices. Es una
ciudad pequeña, estilo pueblo, con un centro horrible, feo feo. Pero
gracias a su pequeñez (hablando siempre de tamaño, claro) se sale
rápido de ese feo centro neurálgico y en 5 minutos te plantas a
unas pocas calles del mar, porque en Maldonado todo te lleva al mar.
Mi deporte favorito cuando estoy ahí
es ir apalancarme en casa de mi amiga Gaby y su generoso novio Jorge
y cocinar. Por la tarde me paseo hasta la playa, mate en mano, termo
bajo el brazo, al más puro estilo uruguayo y disfruto como una enana
del paseo y del mar. Las mañanas son de las chicas, de las chicas y
del pequeño Luca de dos años. Salimos, de nuevo mate en mano, de paseo a la
placita, a la peatonal, pasamos por Ta-Ta (el súper) y hacemos los
recados que haga falta pero eso sí, antes de nada la paradita en la
maravillosa panadería que vende los mejores scones de queso que he
probado en mi vida. En realidad sólo los como en Urugay y esa es sin
duda la mejor panadería de todas. Nos compramos unos 6 o 7 sconcitos
a repartir entre las dos (siempre le cae uno a Luca) y los comemos
junto con el mate. Son tan y tan buenos que he llegado a madrugar
sólo para ir hasta la panadería a “primera” hora (las 10.00)
para poder conseguir, porque están taaaaaaaaaaaan buenos que vuelan.
Y cuál fue mi sorpresa (ignorante de
mi) al descubrir que es un bizcochito típicamente inglés!! Y no
sólo eso!!! Hay recetas por todas partes!!! A cuál más
apetecible!!!!
Así que hoy, con esa morriña de mi
amiga y su familia, su casa, mi lugar favorito en el mundo (no he
visto mucho tampoco) y ese resabio de sabor a pancito de queso con mate
me he decidido a hacer una receta de:
Scones de Queso, de la mano de la
maravillosa Isabel de Aliter Dulcia
Estos son los míos y han quedado buenísimos!!
Bon profit a tothom!
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